5 factores inesperados que pueden acabar con la dinámica de su equipo
Cuando se trabaja en un entorno de equipo, se sabe que la dinámica del equipo desempeña un papel fundamental a la hora de determinar si el equipo es un grupo que funciona bien o si está plagado de conflictos, malentendidos y oportunidades y plazos perdidos.
Aunque hay quien sostiene que todos los equipos tienen al menos algunas áreas de disfunción que afectan a la forma en que los miembros se relacionan entre sí y logran sus objetivos, hay unos pocos comportamientos que están casi garantizados para matar la dinámica de un equipo y conducir a problemas. Aprender a identificar estos factores y tomar medidas para mitigarlos es una parte importante de la dirección de cualquier equipo, ya que si se deja que no se controlen, podría encontrarse con que no sólo se resiente la moral, sino también la productividad.
- Sarcasmo
Por definición, el sarcasmo es decir algo punzante o mordaz, y cuando se trabaja con un equipo, esos comentarios sólo pueden servir para perjudicar la dinámica del equipo. Algunas personas tienen por naturaleza un sentido del humor seco y sarcástico, y generalmente no pretenden hacer daño con sus palabras; sólo intentan ser graciosas. Sin embargo, cuando otra persona no comparte ese sentido del humor, o no aprecia que la respuesta sarcástica pretende ser graciosa, surgen malentendidos y sentimientos heridos.
Aunque el comentario sarcástico ocasional, en el momento adecuado, puede ser divertido o apropiado, convertir el sarcasmo en un hábito acabará por romper la capacidad del equipo para comunicarse y trabajar juntos. Si te han dicho que eres sarcástico, o si el sarcasmo es un problema en tu equipo, presta más atención a lo que dices y a cómo lo dices. Concéntrese en decir cosas que sean constructivas y útiles, sin tratar de ser gracioso.
- Manipulación
A nadie le gusta que le manipulen. Que alguien se aproveche de tus emociones, de tu compromiso con tu carrera o de tus miedos para obligarte a hacer algo que no quieres es una de las peores sensaciones que se pueden tener en el trabajo. Y cuando un miembro del equipo es manipulador -utilizando el miedo al fracaso de otra persona en su contra, por ejemplo, o aprovechando el deseo de agradar de otra persona para librarse de hacer tareas desagradables- sólo genera resentimiento y desconfianza. No puedes confiar en los motivos de un manipulador. La mejor forma de actuar cuando te enfrentas a un manipulador es reconocerlo por lo que es, y hacer todo lo posible para enfrentarte a él. Puede que no siempre sea fácil, pero cuando te niegas a permitir que un manipulador rompa la dinámica del equipo, todos se benefician.
- Egoísmo
Desde que somos niños, nos enseñan que «no hay un yo en el equipo». Sin embargo, esa lección no siempre se asimila, y acabamos trabajando en equipos con adultos que anteponen sus propios intereses a los del equipo, el proyecto o la organización. El egoísmo se manifiesta en la falta de voluntad para dar crédito cuando es debido, en el incumplimiento de los plazos, en la realización de tareas sin la aportación del equipo y, en general, en el comportamiento como si uno trabajara solo y no como parte de un equipo. A menudo es difícil conseguir que una persona egoísta cambie sus costumbres, pero reconocer el comportamiento y abordarlo con el infractor es un buen primer paso para rectificar el problema.
- Miedo al conflicto
A casi nadie le gustan los conflictos, pero son una parte casi inevitable del trabajo en equipo. Sin embargo, evitar el conflicto es tan insano y contraproducente como el conflicto constante. Evitar el conflicto crea una amplia gama de problemas: El resentimiento debido a cuestiones no tratadas puede acumularse, las nuevas ideas nunca salen a la luz y las soluciones alternativas quedan sin explorar. Sin embargo, puedes seguir el ejemplo de los expertos en estrategia militar, como el general Stanley McChrystal, y aprender a afrontar los conflictos de forma constructiva. El conflicto sano es una parte importante de la dinámica de un equipo que funciona, por lo que aceptarlo y aprender a manejarlo con eficacia es mucho mejor que evitarlo y temerlo.
- Evitar la rendición de cuentas
Los equipos sólo tienen éxito cuando sus miembros se responsabilizan de sus funciones. Cuando el equipo deja que los demás se desentiendan cuando no cumplen con sus obligaciones, bajan el nivel de exigencia y crean una cultura de «ya lo haré más tarde». Hacer que los demás rindan cuentas no consiste en ser amos o chismosos. Se trata de garantizar que todo el equipo trabaje al máximo de su potencial y que se cumplan los objetivos. Exigir responsabilidades también hace que el equipo sea honesto y evita que los miembros del equipo se desvíen hacia un terreno egoísta o manipulador.
La dinámica del equipo puede marcar la diferencia entre un proyecto exitoso y otro que se desmorona. Cuando aprendes a reconocer los factores que destruyen una dinámica saludable y tomas medidas, aumentas las posibilidades de éxito tanto de tu equipo como de tu organización.